Como dijo Enrique Bunbury en la canción del mismo nombre:

"Pues no... pues nunca las cosas duran para siempre..."

Con esto abro el cierre del capítulo más largo e importante de mi vida:
"Desirée Díaz".

A pesar de nuestras diferencias y problemas a través de los años, sin remordimiento alguno puedo afirmar que fueron los mejores años de mi cuasi peseta vida.

"No fue bueno, pero fue lo mejor. Todo o casi todo salió de otra manera."

Dicen que lo que está a la vista no necesita espejuelos, pero por naturaleza el ser humano cierra los ojos y decide "creer", independientemente de lo clara de la situación. En mi caso decidí creer en que sin importar el tiempo, la distancia o las diversas vicisitudes que nos presentase la vida, podía contar con "ese final felíz esperado"...

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A todos nos llega un momento en nuestras vidas en el cual nos damos cuenta que no debemos tomar por sentado algunas cosas, lamentablemente por lo general ya es muy tarde. Este caso no es diferente.

Hace unos años (cuando solía abrir forwards) leí un correo que decía algo sobre que cuando la felicidad tocaba a tu puerta estabas muy ocupado haciendo muchas tonterías para atender, en mi caso la felicidad tumbó la puerta, se sentó frente a mí, me hizo muecas y aún así la ignoré. Me parece que tengo sangre de indio, ya que cambié lo más importante por espejitos.

De todos modos, lo más importante en la vida es aprender de los errores para obviamente no cometerlos en un futuro cercano (o lejano). Lo único constante en la vida es el cambio, la evolución propia debe de ser constante.

Sería algo trillado y no digno de mi flagrante originalidad el decir cosas como: "Le agradezco tanto, gracias por todo, por tu tiempo, esfuerzo y cariño, blah, blah, blah", así que me abstendré de semejantes cosas.

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